martes, 28 de octubre de 2014

OFERTORIO ARGENTINO



NOSTALGIAS DE ATLÁNTIDA
 
Te levantas del mar, del grande océano
Con la cabellera mojada,
Coronada de algas y frutos marinos...

De tus manos pende una balanza
Y en tus acentos cantarinos
-Que suenan a la Plata de tu Río-
Yo me embeleso, y me derrito
Como la nieve sin su elemento frío.

Surgías, toda cubierta de rocío
Como una Isla de Bienaventuranza,
Cuando el sol en su ocaso
A tus tierras llevaba la crianza
De su lumbre; Sin prisas,
Pero sin pausa Vos crecía
Mientras payadores cantaban
A la ribera del Río de la Plata
Amores que traen y llevan las aguas.

En los confines del orbe
Descubrí que residía el Sol
Y desde entonces mis olivares
Ganaron perpetuas sombras
Y sus sabrosos óleos fluidos
Fueron ya sinsabores líquidos.

El cielo mío ya no fue azul infinito
Surcado de blanquísimos algodones,
Sino rayas que trazaban los aviones
Como chorros de tinta en las agua del río.

¿Qué miles de gracias? Amada.
Alma: ¿qué donaires inefables?
¿Qué gestos heredaste
De las gentes de Sicilia afables?
¿Qué flechas divinas de España
En tus cejas puso Dios Santo?

Que mi alma se regocija
Y ni la distancia es tanto
Que en Vos sola se fija,
Sin temer ningún quebranto
De la distancia y sus cifras.

Surjes y me encantas
Toda majestad es en Vos,
República de encantos,
Señora de mis suspiros
y de mis ángeles santos.

Como Atlántidas salíferas
Que en los hondos oceánicos
Con su Sol se sumergieron...
Novia de las aguas salutíferas
Con un ramo de calas altas
Vivías... Allí vivías, incógnita,
Reina que de mi Reino faltas.

Del planeta en sus fondos,
Vecina del meridiano Polo
Tenías la atlántica morada,
Y desde entonces yo sólo
El horizonte miro enamorada:
Mi alma de Vos pendiente,
Mi alma a Vos arrimada gana.
Esperando que por Poniente
Se levante el Sol de Atlántida.



© Manuel Fernández Espinosa,
prohibida la reproducción de este texto sin indicar el origen.

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