jueves, 27 de octubre de 2016

A MIS SOLEDADES, LOPE DE VEGA





A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.

No sé qué tiene el aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo,
no puedo venir más lejos.

Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.

Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.

De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.

Él dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento;
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.

La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo
su locura en su arrogancia,
mi humildad en mi desprecio.

O sabe naturaleza
más que supo en este tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.

«Sólo sé que no sé nada»,
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.

No me precio de entendido,
de desdichado me precio;
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?

No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.

Señales son del juicio
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más,
otros por carta de menos.

Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres,
que desde entonces no ha vuelto.

En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los estraños,
y la de cobre los nuestros.

¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?

Todos andan bien vestidos,
y quéjanse de los precios,
de medio arriba romanos,
de medio abajo romeros.

Dijo Dios que comería
su pan el hombre primero
en el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento;

y algunos, inobedientes
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.

Virtud y filosofía
peregrinan como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.

Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento,
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.

Oigo tañer las campanas,
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.

Mirando estoy los sepulcros,
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.

¡Oh, bien haya quien los hizo!
Porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños.

Fea pintan a la envidia;
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.

Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir,
piden prestado el tintero.

Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones ni pleitos;

ni murmuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, firmaron
parabién, ni Pascuas dieron.

Con esta envidia que digo,
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.


Lope de Vega

Mocedades hizo una adaptación incompleta del poema de Lope de Vega:



jueves, 6 de octubre de 2016

EPITAFIO A DON JUAN DE AUSTRIA





Aquí yace, aquí duerme, el varón más valiente
Que calzó espuelas, cabalgó y blandió espada;
Perennes son los laureles de la victoria alada
Para quien bravo combatió con acero ardiente.


Nieto de Emperadores y Reyes; nunca miente
La sangre esclarecida de Habsburgo amada;
Progenitor tuvo en el de Yuste y ayo en Quijada,
Hermano en El Escorial y toda España lo siente.


En las Alpujarras imperó invicta su espada
Estragando al morisco que ponía espanto,
Purgando y dando paz al Reino de Granada.


Pero si se le recuerda y se agradece -y no tanto
Como se debe- es por aquella gloriosa jornada
Cuando la Liga Santa con Juan venció en Lepanto. 


Manuel Fernández Espinosa

domingo, 2 de octubre de 2016

CANTO ANDALUZ

Imagen de commons.wikimedia.org
Resultado de imagen para Fernando III el Santo

CANTO ANDALUZ
Blasones de reinos,
de castillos y leones,
por San Fernando Tercero,
como espejo de honores.

Los Reyes Católicos,
y la flor de Granada,
completando los frutos,
del gran sur de España.

¡Oh, tierra de playas y olivos!
¡Oh, tierra de pinos y montes!
De Tartessos a América coronas
radiante un histórico horizonte.

¡Oh, tierra pasional y orgullosa!
Tierra pastoril y comerciante;
las llaves de Gibraltar te pertenecen,
la pintura se te rinde exultante.

Tus encaladas casas,
tus piedras, azulejos y ladrillos,
tus ermitas y tus catedrales;
todo en ti es muy bonito.

¡Oh, tierra de arcos y patios!
¡Oh, tierra de tejas y persianas!
¡Tierra de deleitosa repostería!
¡Tierra de chacina soberana!

¡Oh, tierra de emperadores y de imperio!
¡Oh, pueblo de guitarra y de poesía!
Espadas, gaitas y tamboriles,
Cuaresma, Espíritu Santo, romerías.

¡Oh Andalucía, mi tierra,
bañada por la alegría del sol,
henchida por el sabor del vino,
maestra del buen corazón!

Tierra hospitalaria y generosa,
tus amplias ventanas te delatan,
tus torres campanean con estilo,
tus cuevas conservan tu alma.

Clásica, mudéjar, gótica, barroca…
Sabores antiguos y aires nuevos;
inspiradora, original, dicharachera,
sempiterna fábrica de sueños.

¡Tierra del toro bravo y el caballo artista!
¡Oh, tierra de mujeres agraciadas!
¡Mitos que se confunden con la realidad,
volando sobre un tiempo que no pasa!

¡Oh, tierra mariana y creativa,
por ti mi canto agradecido!
¡Viva Andalucía, quintaesencia española! 
¡Vivan los andaluces verdaderos y altivos!


Antonio Moreno Ruiz